Se ha demostrado la íntima relación entre la especie humana
y la música, y mientras que algunas interpretaciones tradicionales vinculaban
su surgimiento a actividades intelectuales vinculadas al concepto de lo
sobrenatural (haciéndola cumplir una función de finalidad supersticiosa, mágica
o religiosa), actualmente se la relaciona con los rituales de apareamiento y
con el trabajo colectivo.
Para el hombre primitivo había dos señales que evidenciaban
la separación entre vida y muerte: el movimiento y el sonido. Los ritos de vida
y muerte se desarrollan en esta doble clave. En el llamado arte
prehistórico danza y canto se funden como símbolos de la vida mientras que
quietud y silencio se conforman como símbolos de la muerte.
El hombre primitivo encontraba música en la naturaleza y en
su propia voz. También aprendió a valerse de rudimentarios objetos (huesos,
cañas, troncos, conchas...) para producir sonidos.